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SER, EDUCAR, AMAR, IDENTIDAD Y SENTIDO DE PERTENENCIA DE LOS EDUCADORES

Escribir sobre la experiencia del Programa Institucional de Formación-Acción (2016-2018) para los Educadores de los centros vinculados en la Comunidad Carmelo-Teresiana, planteado hace tres años por la Congregación de Hermanas Carmelitas Teresas de San José, como una iniciativa enfocada a los Docentes partícipes del proceso formativo de los Estudiantes, es una tarea muy compleja que requiere, hacer una remembranza sobre mi camino en esta institución cristiana y católica, que me ha brindado la posibilidad de adentrarme en su esencia fundamental cimentada en la configuración de la imagen de Jesús y paralelo a Él, el ideal utópico en un primer momento de las dos Teresas para poder lograr la creación de unainstituciónque sería la consolidación de su ideal enfocado en la ayuda de personas inocentes y huérfanas que necesitaban de su amor, misericordia y cuidado.

Desde mi lugar como educadora considero que me siento bendecida por el rumbo que tomó mi vida al vincularme con esta gran familia, en la cual el aprendizaje ha sido muy relevante y muy a título personal, El Carmen Teresiano es para mí la escuela que me ha formado y fortalecido en muchos ámbitos de mi vida. La razón de ser desde mi profesión esta direccionada hacia mis estudiantes, mis colegas y la proyección a la sociedad, por esta razón el aprendizaje en el fortalecimiento de la identidad y sentido de pertenencia con la institución es de gran impacto y es importante hacer alusión a los tres llamados que se nos recuerda y orienta de una manera muy asertiva en los tres años de implementación.

En el llamado del SER y como educadora no puedo dejar nunca de lado las cuatro dimensiones de la persona que nos propone el Carácter Propio de nuestros Centros Educativos: personal, social, ecológica y trascendente, que orientan la misión que debo tener hacia la formación de mis educandos, ya que como seres pluridimensionales es necesario ayudarles y guiarles en el desarrollo de todas sus potencialidades.

En el EDUCAR significa que desde la práctica educativa hay queinsertar en la realidad a nuestros estudiantes con amor y exigencia emanada del amor de nuestras Madres Fundadoras y por supuesto con la Pedagogía del Amor como baluarte y que produzca esa empatía entre educador y educando, en un mundo que cada vez se hace más incierto para el futuro de éstos, pero no por eso hay que bajar la guardia, por el contrario hay que seguir en el camino de ayudarles a ser personas integrales dentro de los valores Carmelo-Teresianos retomados del Evangelio, y el amor que nos debe caracterizar siempre.

Como docentes mediadores además de ser competentes en el área que dirigimos, nuestro objetivo mayor será mantener la ilusión con la tarea educativa y ser agentes de cambios significativos con una amplia visión crítica, de proyección y ejemplo de vida.

En el AMAR debemos darnos a los demás en el sentido de la amistad, cercanía, respeto y sobre todo ayuda y solidaridad. Desde esa lógica del don y también con la caridad en la verdad que nos refuerza el regalo único y maravilloso de la vida, que empata perfectamente con la esencia del ser humano en su actitud del cuidado de sí, de los demás y del entorno.

Si el llamado es específicamente hacia estos tres aspectos entonces requiere de una exigencia basada en el amor hacia los educandos, con virtudes tan llenas de contenido como: la sencillez, la humildad, la mortificación o resiliencia, la mansedumbre y el celo apostólico.

Ahora bien, la tríada planteada inicialmente viene hacer el camino que debemos recorrer y que va de la mano con el de las virtudes, que como educadores es necesario emprender y qué más agradable compañía que la de Jesús como acompañante y pedagogo, si somos sus discípulos en sentido figurado, seguir el camino nos exige hacer una catarsis o exploración sobre nuestro quehacer educativo para darlo a los otros, ya que nadie da de lo que no conoce, si lo observamos como etapas de formación y transformación personal o profesional tendríamos una Educación para la vida, en la cual estamos integrando a todas las personas de nuestra familia Carmelo-Teresiana.

Finalmente, lo que me ha quedado del aprendizaje de la propuesta planteada es que como proceso, me ha puesto a ver la vida con otros ojos, a vivirla a fondo con varios referentes de transformación interna y externa, del cual no puedo dejar de lado las enseñanzas de Jesús y las Madres Fundadoras en su lucha y búsqueda incansable, siempre pendientes de la necesidad de acompañarnos y realizarnos como las personas que anhelamos ser y por las que nos damos diariamente en la hermosa profesión que escogimos.

Marisol Atuesta Bernate
Docente
Colegio El Carmen Teresiano de Bogotá

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